De las fronteras del gran imperio romano surgieron abundantes amigos y enemigos. Primero, vamos a hablar de Maximino «el Tracio», que se convirtió en ciudadano romano gracias al edicto de Caracalla (privilegio otorgado a todos los ciudadanos libres dentro de las fronteras del imperio), siendo de origen ganadero y humilde y que en el siglo III (235 DC) se convirtió en el primer emperador romano de origen «bárbaro». No llegó a pisar Roma y no fue apreciado por el Senado debido a sus orígenes. Pero debido a su carrera exitosa carrera militar fue elegido emperador. No duró mucho en el poder en unos años de constantes luchas internas y ambientes violentos para la mayoría de los emperadores que le sucedieron.
Parece que le favoreció el tiempo en que vivió. Tiempo de integración de ciudadanos nacidos no romanos y fronterizos en un imperio que de alguna manera necesitaba por regeneración o por inercia sangre nueva, diferente a la romana. Un imperio que dura tantos siglos, pasa por infinidad de etapas y Maximino se aprovechó de eso, supo aprovechar su oportunidad. Dejó su huella en la Historia de una u otra manera. Con él empezó una época convulsa de la historia de Roma que desembocó en la estabilidad de Diocleciano y la instauración de un gobierno nuevo en el Imperio, la Tetrarquía.

Y si Maximino era un «amigo de Roma», vamos a hablar de Arminio, general romano de origen germánico. Dado en adopción a nobles romanos desde pequeño por sus padres germanos a cambio de mantener cierta autonomía sobre sus territorios, siempre bajo el gobierno y el control de Roma.
Tuvo educación romana, aprendió su lengua, sus costumbres y de alguna manera quiso inculcar esas ideas de progreso en la sociedad barbara que le tocó controlar ya de mayor y convertido en general.
Nos encontramos en los años próximos al nacimiento de Cristo y Arminio, pese a su total integración en la sociedad romana no hizo más que encontrar recelo en esa misma sociedad que le había educado pero que ahora le veía y trataba como a un bárbaro. Y decidió enfrentarse a ello pero de una manera totalmente distinta a cómo lo Maximino ante el Senado romano. Aprovechó sus conocimientos en tácticas de combate romanas, en sus debilidades y supo sacar partido de ello para enfrentarse a los que le habían acogido y educado desde pequeño.
Lugar de la batalla: Teutoburgo, bosques de Germania. Arminio logra convencer a caudillos germanos para combatir a la imbatible Roma. Logra una gran victoria en los bosques de esta región aprovechando las características del terreno a su favor. Fueron ataques rápidos y fugaces, muchos y por sorpresa, que fueron diezmando al ejército romano. Logró vencer a su «padre» militar Publio Quintilio Varo y entró en la historia por ello. Intentó después de eso mantener a las diferentes tribus germánicas unidas pero fue envenenado años después, no se sabe por quién, pero por alguien, da igual su procedencia, que rechazaba su idea de unificación de ambas culturas, romana y bárbara.

Maximino y Arminio acabaron sus vidas de forma trágica y eso que ambos tomaron decisiones totalmente diferentes en contextos históricos distintos pero con características humanas, como siempre a lo largo de la Historia, en común.
Por lo que tenía entendido, la razón por la que Caracalla concedió la ciudadanía a los ciudadanos libres de todas los pueblos sometidos fue puramente económica. En esa época solo los ciudadanos romanos pagaban impuestos, así que a más ciudadanos romanos, más dinero en las arcas.